Siempre se dice que la naturaleza es sabia y conoce perfectamente su propio ciclo para autoregularse. Allí donde hay un exceso de ciertas especies aparece un depredador natural que diezma la población, y el equilibrio se vuelve a dar. Pasa a menudo, y desde luego, lleva sucediendo desde mucho antes de que el ser humano haya pisado el planeta. Pero es cierto que nuestra especie se ha convertido en algo así como la dueña del mundo, y nos hemos saltado aparentemente cualquier tipo de regla natural de equilibrio que se precie. No somos conscientes del daño que estamos haciéndole al planeta y al resto de especies, ya que solamente pensamos en nuestro propio beneficio, y en lo que nos corresponde por ser el animal más avanzado. Sin embargo, todo eso trae consecuencias.