Siempre se dice que la naturaleza es sabia y conoce perfectamente su propio ciclo para autoregularse. Allí donde hay un exceso de ciertas especies aparece un depredador natural que diezma la población, y el equilibrio se vuelve a dar. Pasa a menudo, y desde luego, lleva sucediendo desde mucho antes de que el ser humano haya pisado el planeta. Pero es cierto que nuestra especie se ha convertido en algo así como la dueña del mundo, y nos hemos saltado aparentemente cualquier tipo de regla natural de equilibrio que se precie. No somos conscientes del daño que estamos haciéndole al planeta y al resto de especies, ya que solamente pensamos en nuestro propio beneficio, y en lo que nos corresponde por ser el animal más avanzado. Sin embargo, todo eso trae consecuencias.
La extinción de especies ha visto un repunte brutal en las últimas décadas, y no es casualidad que sea precisamente cuando la población del ser humano ha crecido de forma exponencial, y ha creado un sistema económico basado precisamente en el crecimiento infinito, algo imposible dentro de un sistema finito de factores y materias primas. Eso es lo último en lo que pensamos, y si tenemos que llevarnos por delante a otra especie más, tampoco lloraremos demasiado. A pesar de todo el empuje del ecologismo y el cuidado al medio ambiente que estamos viviendo en la actualidad, la situación de muchas especies animales sigue siendo crítica, y buena parte de la culpa la tiene el ser humano, aunque nos cueste reconocerlo.
La contaminación
Es sin duda uno de los principales problemas que tienen las especies hoy en día. El ser humano ha devastado en muchos casos sus hábitats para construir sus pueblos y ciudades, y con sus fábricas contamina el medio ambiente de una manera brutal. Estamos matándonos a nosotros mismos poco a poco, pero eso no parece importarnos demasiado. Por el camino se quedarán muchísimas especies que son incapaces de contrarestar los efectos de esa contaminación tan abusiva llevada a cabo por el ser humano. Hay un hecho curioso sobre este asunto, y que en la zona crítica del accidente de Chernobyl, años después de la catástrofe de la central nuclear, el ecosistema de flora y fauna que vive allí es mucho más rico que el que había cuando los humanos ocupaban la ciudad.
Calentamiento global
La eterna discusión de si este proceso existe o no, y si en caso de ser real, es la mano del hombre la que lo ha provocado, todavía mantienen en vilo a buena parte de la sociedad. Negarlo a estas alturas parece un poco estúpido, y es que cada año sufrimos temperaturas más extremas. Ese calentamiento global también es el causante de que se derritan los polos, provocando problemas a las especies que allí viven. Las aves migratorias, por ejemplo, deben buscar nuevos lugares para sobrevivir porque las temperaturas son muy cambiantes, y han perdido por completo su guía a este respecto. El calentamiento está diezmando sobre todo a los grandes mamíferos, criaturas a las que les cuesta mucho más adaptarse a una nueva situación de este tipo.
Demografía y genética
También tiene que ver mucho la propia demografía y la genética de una especie en su extinción. La naturaleza a veces crea criaturas que no están llamadas a sobrevivir durante mucho tiempo sobre el planeta, y si viven en sitios muy concretos, en los que pueden ocurrir todo tipo de catástrofes, sean humanas o no, esas especies lo tendrán mucho más complicado para sobrevivir. La genética tiene que ver a la hora de adaptarse. Como ya explicaba Darwin, los animales que han llegado a nuestros días son aquellos que han sabido adaptarse mejor a los cambios del entorno, algo que viene sucediendo desde hace miles, millones de años, en algunas especies. La genética puede jugar a favor o en contra de estos animales, y puede suponer un factor determinante para su supervivencia, sumado a todo lo que hemos explicado anteriormente, claro está, porque pueden ser factores comunes.
El papel del ser humano en la extinción de algunas especies
Negar que el ser humano es en muchas ocasiones el responsable de la extinción de especies animales es cuanto menos peligroso, porque está claro que nuestra presencia en el planeta y nuestro propio progreso ha influido precisamente en la población de muchas especies. El ser humano ha sido el causante directo de la extinción de animales como el dodo o el rinoceronte blanco, y está detrás de la deforestación de muchos espacios naturales que provoca también serios problemas a muchas especies. Nuestro papel como dueños del planeta nos hace pensar que podemos disponer de todo lo que queramos, sin importar lo que nos llevemos por delante, incluso cuando eso nos llegue a afectar a nosotros también en un futuro no muy lejano.
¿Puede el ser humano extinguirse?
Es una pregunta interesante porque es la que se hacen muchos científicos desde hace tiempo, comprobando la deriva medioambiental que ha tomado el planeta, y que está auspiciada también por la acción de la propia especie humana. Los cambios y fluctuaciones en las temperaturas han sido algo natural a lo largo de la vida de este planeta, pero es cierto que actualmente, la acción del hombre está acelerando esos cambios, tanto que puede llegar el momento en el que ni siquiera nosotros podamos sobrevivir en el planeta. Empezando por la destrucción de nuestro propio medio y las materias primas que nos sirven de sustento, y llegando incluso también al problema real y crudo de la superpoblación, o la desigualdad en cuanto al reparto de bienes básicos, que puede llevarnos a caer en una extinción a muchos siglos vistas… si no acabamos en una guerra nuclear que nos devaste, como tantas veces se ha especulado en la ficción.