El cuerpo humano no es una máquina perfecta, pero aun así, su complejidad es tan gloriosa que uno no puede parar de sorprenderse al conocer de cerca el funcionamiento de cada uno de los músculos, huesos y sistemas que hay en nuestro organismo. Todos ellos funcionan de una manera complementaria para que podamos realizar cualquier tipo de acción, desde leer o escribir este artículo hasta inventar una nueva teoría que explique el universo, pasando por tocar la guitarra en un concierto o marcar el gol que le dé a nuestro país el Mundial de Fútbol. Cada acción que realizamos, por corta o anecdótica que sea, lleva detrás un conjunto de movimientos, de acciones secundarias, que nos sorprenderían si tuviéramos que pensar en ellas cada vez que las realizamos. Y todo ello se concentra en el cerebro.
Nuestro órgano más importante, la parte de nuestro cuerpo que nos ha permitido llegar adonde estamos, gracias al desarrollo de la inteligencia y del pensamiento racional y crítico. Nuestro cerebro es un superordenador capaz de crear las más fabulosas teorías científicas, y también las más hermosas obras de ficción, desde poesías inmortales a sinfonías arrebatadoras. Pero también es el encargado de ordenar nuestras funciones más rutinarias, como levantarnos o caminar. Lo hacemos de forma automática, claro está, pero para ello necesitamos del sistema nervioso, compuesto en su parte central por el propio cerebro y por la médula espinal, la encargada de llevar los impulsos nerviosos de nuestro cerebro al resto del cuerpo, como órdenes para que hagamos las cosas que queremos hacer. Por eso, la importancia de la médula es tan grande, y cuando hay una lesión en ella, las consecuencias pueden ser desastrosas.
Qué es una lesión medular
Se considera lesión medular a todo aquel daño que sufre nuestra medula espinal, la parte del cuerpo encargada de transportar los impulsos nerviosos del cerebro a través de nuestro organismo en su parte central. La medula espinal se ubica en la espalda y va desde la base del cerebro, en la nuca, hasta casi la cintura. Está recubierta por una serie de pequeñas cavidades de hueso, llamadas vértebras, que suponen una protección para esta parte tan sensible del organismo. La columna vertebral protege a la médula espinal para que no sufra daños. Sin embargo, golpe fuertes o fracturas en esas vértebras hacen que nuestra medula pueda ser dañada, y una lesión medular, dependiendo de la altura de la misma, puede dejarnos postrados para siempre en una silla de ruedas sin poder caminar.
Tipos de lesiones medulares
Normalmente se distinguen tan solo dos tipos de lesiones medulares, ya que este tipo de daños suelen ser muy importantes y no dan tregua a quien los sufre. Por un lado tenemos la lesión medular incompleta, que suele afectar a las partes más bajas de la médula espinal y como consecuencia, provoca una limitación de movilidad especialmente en las piernas y la cintura, así como a veces también en los brazos. La lesión medular completa, por su parte, afecta normalmente a la parte alta, la de las primeras vértebras del cuello y el pecho, y suele afectarnos de manera casi total a la movilidad de todas nuestras extremidades. Las lesiones medulares graves acaban con paraplejia, cuando hay inutilidad de las piernas, o tetraplejia, cuando nos es imposible mover los brazos y las piernas.
Este tipo de lesiones suelen producirse por traumatismos que afectan a la columna vertebral, pudiendo romper o simplemente dañar esas vértebras que protegen a la medula, provocándole también daño a nuestro sistema nervioso e imposibilitando, por tanto, que los impulsos del cerebro puedan llegar a las extremidades. Es como si cortásemos un cable de comunicaciones antes de llegar a su destino. Estos traumatismos suelen ser provocados por accidentes graves, desde caídes a golpes con el coche, aunque también pueden derivar de alguna enfermedad, normalmente compleja y degenerativa, como la espina bífida o la poliomelitis, que afectan directamente a la persona que la sufre atacando su medula espinal y postrándola en una silla de ruedas en la mayoría de casos.
Afrontando la lesión medular
La mayoría de personas que sufren lesiones medulares han tenido un accidente y han dañado su columna vertebral debido a este choque. Cuando ocurre es una situación muy compleja de sobrellevar, porque las consecuencias, como hemos visto, son muy desalentadoras… Tener que acostumbrarnos a estar en silla de ruedas, o a veces incluso a no poder mover siquiera las manos, y depender por completo de los demás, perdiendo toda nuestra independencia, es un golpe tremendamente duro para cualquiera. Hay lesiones medulares menos graves que, siendo tratadas, nos pueden permitir volver a caminar en el mejor de los casos, con una buena rehabilitación. La atención psicológica es tan importante como la médica en el momento de tratar estas lesiones, ya que pueden tener un hondo impacto en las personas que las sufren.
Rehabilitación y fisioterapia para lesión medular
Dependerá mucho del tipo de lesión medular que tengamos, porque evidentemente esto marca por completo todo lo demás. Ya hemos visto que las lesiones más graves se dan en la zona alta de la columna, y las menos graves en la zona baja, puesto que tiene que ver con el recorrido de los propios impulsos nerviosos a través de la médula. Si hemos tenido “suerte” y la lesión ha afectado a la parte baja de la columna, solo la sentiremos en las piernas, y con algo de rehabilitación podremos recuperar cierta movilidad en esa parte del cuerpo, siempre que la lesión no haya sido tan grave. La rehabilitación se lleva a cabo a través de ejercicios para recuperar la fuerza de las piernas, poco a poco. La fisioterapia ayuda a mantener bien esa parte del cuerpo.
Desgraciadamente, también se dan lesiones altas en la columna, o lesiones más graves, con rotura de la columna, por ejemplo. Esto implicaría unas consecuencias mucho más graves para nuestro organismo, ya que en muchos casos nos veríamos obligados a quedar postrados en sillas de ruedas, incluso sin poder utilizar ninguna extremidad. En este tipo de casos más graves, la rehabilitación se puede intentar pero suele ser poco efectiva, ya que es como si se hubiera cortado la transmisión entre nuestro cerebro y el resto de nuestro cuerpo, que no puede entender las órdenes que le mandamos. Por fortuna, cada vez se avanza más en el estudio de las lesiones medulares, para hacerlas menos graves.